¿Pueden ser las carreteras inteligentes?
Aunque la pregunta parezca que tenga truco, muchas de las carreteras hoy ya son inteligentes. Han sido diseñadas y construidas para adaptarse a las diferentes condiciones climáticas o a un tráfico intenso. Incluso la operación y el mantenimiento cada vez se han ido refinando más, incluyendo, por ejemplo, desde hace tiempo, tecnologías electromagnéticas para contar el número de vehículos o modelos analíticos avanzados para la predicción del tráfico o el mantenimiento de activos críticos.
Sin duda, los próximos dos o tres años van a suponer un cambio cualitativo para el transporte por carretera, pues el tsunami de la cuarta revolución industrial llegará a las carreteras inteligentes de manera definitiva. En Globalvia, somos conscientes de la rapidez de los cambios y de estos nuevos escenarios, ¿qué tecnologías estarán próximamente en la cresta de la ola? Descubramos para qué tendremos que estar preparados:
Las carreteras que susurran a los coches
¿Qué sucede si tienes un accidente y no puedes pedir ayuda? Esta situación podrá revertirse mediante la incorporación de sensores avanzados en el pavimento que avisen a los servicios de emergencia casi en tiempo real.
Son múltiples las ventajas que ofrece el pavimento sensorizado, entre ellas, la posibilidad de proporcionar información detallada sobre los patrones de tráfico, permitiendo a los gestores realizar una mejor planificación y ofrecer a los usuarios información sobre la ruta en tiempo real. Ya son muchos los proyectos en marcha, por ejemplo, el RoadX de Colorado en Estados Unidos, o en Reino Unido o Israel con iniciativas del mundo start-up.
Los vehículos autónomos tienen un plan B
Los vehículos autónomos pueden conducirse solos el 99% del tiempo gracias a decisiones preestablecidas y algoritmos de inteligencia artificial. Existen 6 niveles de autonomía y en la actualidad se están realizando pruebas con los niveles 4 y 5. No obstante, es probable que tardemos un tiempo en llegar al 100%. Para hacer realidad la llegada de los coches autónomos a las carreteras en los próximos dos años se está desarrollando tecnología facilitadora que permita, entre otras cosas, salvar los escollos normativos y regulatorios.
Un vehículo autónomo permite conectarse en tiempo real con un servicio de soporte gestionado por personas para ayudarlo a resolver situaciones de emergencia impredecibles o inseguras. Un operador humano y los sistemas de IA (Inteligencia Artificial) del automóvil trabajarán juntos durante una intervención remota. En este sentido, el ser humano ayuda al vehículo autónomo en la toma de decisiones en un escenario complejo y el automóvil ejecuta la decisión apoyado por un conjunto de sensores y actuadores avanzados.
Datos, datos y más datos
¿Y qué ocurre con todos los datos que generan carreteras y coches conectados? Algunas empresas lo tienen muy claro y están creando diferentes marketplaces de datos y servicios para la conducción del futuro o para la generación de nuevos modelos alrededor de la movilidad.
La interconexión de los datos entre el coche y las ciudades e infraestructuras tendrá un impacto muy positivo para los ciudadanos. Los usuarios podrán acceder a información en tiempo real sobre su ruta de viaje, adquirir sus servicios favoritos on the go y disfrutar de una conducción más segura y relajada.
Aparcamiento inteligente
Según Bosch, un 30 % del volumen del tráfico en el centro de las ciudades es causado por coches que buscan aparcamiento. Las soluciones tecnológicas orientadas a simplificar la búsqueda de plazas libres e incluso poner en marcha el aparcamiento automatizado van a crecer exponencialmente. La aplicación de la visión artificial es una tecnología en auge para monitorizar el uso y la ocupación de las plazas de aparcamiento, tanto en garajes como en la calle, y dotará a los conductores de información en tiempo real sobre las plazas libres y su localización.
Señales de tráfico, semáforos e iluminación inteligente en carretera
En Oslo (Noruega) han desplegado en un tramo de 15 kilómetros de carretera un sistema que consigue disminuir el gasto energético y económico sin comprometer la seguridad de los conductores. Tan sólo en la primera semana consiguieron ahorrar 2.300 kilovatios/hora. Con esta tecnología, ante una baja densidad de tráfico, las luminarias de la carretera funcionan solamente a un 20 % de su capacidad máxima. El sistema implantado, basado en IoT (Internet of Things), es capaz de detectar el movimiento de coches y peatones, elevando al máximo la potencia de las luminarias que preceden al vehículo para así alumbrar mejor la zona de la carretera que tiene por delante. Una vez ha pasado el vehículo, las farolas vuelven a su posición normal de ahorro de energía.
Video: Daan Roosegaarde’s pilot Smart Highway is a Dutch road illuminated with solar power.
Supercarga inteligente de coches eléctricos
Las nuevas formas de propulsión, empujadas por los problemas medioambientales, ya son una realidad. Mientras que la tendencia navega hacia la instalación de estaciones de carga en todas partes, los científicos están experimentando con nuevas formas de recarga de vehículos en carretera. Algunas iniciativas europeas, en marcha desde 2014, exploran la posibilidad de recargar tu coche eléctrico simplemente mientras circulas por un tramo de carretera capaz de transmitir electricidad al vehículo o recuperar la energía proveniente de la fricción de movimiento del vehículo. En los próximos dos años empezaremos a ver instalaciones desplegadas masivamente, como ya es una realidad en China o Estados Unidos (Smart Powered Lanes).
¿Y si la carretera fuera el cielo?
Mientras que el mundo de la logística observa con expectación la llegada de los drones y coches autónomos para la distribución última milla, los taxis voladores han dejado de ser ciencia ficción. Este 2019 va a ser el año en el que las empresas pasen de vuelos piloto a testeo controlado en ciudades. Uber, Volocopter, Airbus, entre otras empresas, ya están trabajando para trazar en el cielo nuevas aerovías que conecten diferentes puntos en una ciudad.
En definitiva, la tecnología disruptiva está cambiando la forma en la que nos movemos. ¿Estamos preparados para ello?