En España, agosto significa, tradicionalmente, tiempo de verano, tiempo de vacaciones.
Chile o Costa Rica, por el contrario, disfrutan en enero y febrero de este tiempo de descanso.
Es tiempo de ruidos distintos, olores diferentes, de otros lugares.
Tiempo para fabricar recuerdos compartidos que nos ayudarán en los días complicados de invierno.
Es tiempo necesario.
El sueño está categorizado por Abraham Maslow como una de las necesidades básicas del ser humano, en el mismo cajón que beber y respirar. Nuestro tiempo de vacaciones debería ir en ese mismo cajón. Necesitamos recargar la batería. Encontrarnos de nuevo.
Necesitamos descansar, desconectar. Nuestra memoria puede así guardar, reconstruir y eliminar lo que no sirva. Por otro lado, nuestro cerebro se nutre de estímulos nuevos. Es tiempo de curiosidad o contemplación.
Es tiempo de soltar, de dejarse ir, de decidir qué sirve y qué no, qué queremos seguir haciendo y qué queremos empezar a hacer. En el camino para encontrar nueva energía, puede que nos ayude una ruta de montaña o contar las estrellas desde una cala escondida por los pinos. Desde Combarro, Alaior o Grazalema, Sarajevo o Mikonos, es tiempo para definir propósitos y ¿por qué no? Tiempo de no hacer para poder ser.
Es tiempo de verano: de sal, sol, sombreros y sandía.
Es tiempo de decir ¡Nos vemos en septiembre!
María Porta Ferrer – Responsable de Comunicación, Talento y RSC